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Control de heladas en agricultura

9 marzo, 2016

En la agricultura, la temperatura es el factor que más influye sobre la producción y como el clima es un parámetro sobre el que podemos ejercer poco o ningún control, se tiene que recurrir a ciertas técnicas para modificar el entorno natural del cultivo para lograr una óptima productividad.

En cualquier época del año el cultivo está expuesto a sufrir daños ocasionados por los cambios de temperatura, pero es principalmente durante el invierno y el paso a la primavera que se da un fenómeno que es conocido como el mayor problema de los productores agrícolas: la helada.

Una helada se presenta cuando el aire se enfría por debajo de los 0°C provocando que el agua interior de los tejidos vegetales de los cultivos se congele, lo que ocasiona un daño irreversible conocido como quemadura por frío.

El grado de daño depende de la susceptibilidad de los tejidos vegetales en el momento en que se presenta la helada y, gracias a estudios realizados en cámaras de crecimiento que se van enfriando a un ritmo predeterminado, se ha logrado obtener una medida del porcentaje del daño en los tejidos a una temperatura específica.

A este valor se le denomina “temperatura crítica” e indica el nivel de resistencia de los cultivos a las heladas, siendo los frutales y las vides los más susceptibles a las quemaduras por frío.

Las heladas son un problema que año con año afecta a los productores y por ello se han desarrollado métodos que tienen como finalidad contrarrestar el ataque de las bajas temperaturas. Los métodos pueden ser pasivos o activos.

Los métodos de protección pasiva no incorporan fuentes de calor adicional al medio y se implementan antes de que llegue la helada con el fin de evitar el uso de protección pasiva. Los métodos pasivos incluyen:

  • Selección del terreno de cultivo (por lo regular se opta por terrenos altos).
  • Selección de plantas (según su nivel de resistencia y características del ambiente).
  • Manejo del drenaje de aire frío.
  • Cobertura del terreno con árboles.
  • Eliminar cubiertas del hielo del suelo.
  • Poda adecuada.
  • Pintar troncos.
  • Control bacteriano.
  • Gestión de la nutrición del cultivo.
  • Riego adecuado.
  • Evitar laboreo del suelo.
  • Calendarización de la siembra para cultivos anuales.

Estos métodos son menos costosos que los activos pero su efectividad es limitada por lo que no siempre son suficientes para evitar la nec
esidad de usar métodos de protección activa para contrarrestar los efectos de las heladas. Por otra parte, los métodos activos emplean una fuente de calor adicional que puede ser seca o húmeda e incluyen:

  • Estufas.
  • Ventiladores.
  • Aspersores.
  • Helicópteros.
  • Riego de la superficie.
  • Aislamiento con espumas.

Los anteriores pueden ser usados en combinación y se implementan antes de las heladas para mitigar los efectos del descenso de temperatura. Al requerir de instalaciones y equipo especiales son métodos más costosos pero la ventaja es que pueden tener más de un uso y sus beneficios se pueden aprovechar no sólo durante la temporada de heladas.

En los métodos activos los sistemas de calefacción por medios húmedos son los más confiables, sobretodo en los lugares donde las temperaturas descienden más allá de los -2°C, pues son los únicos capaces de hacerle frente a las heladas de advección.

Su consumo de energía es considerablemente más bajo que las estufas, sin embargo, por los costes de instalación y por las grandes cantidades de agua que requiere, su uso está restringido en lugares en los que hay una disponibilidad limitada de agua.

Además de los anteriores, existen otros inconvenientes con el uso de medios húmedos de calefacción por aspersores que se deben considerar antes de instalar uno de estos sistemas para proteger los cultivos de los efectos de las heladas.

El primero es la imposibilidad de usar esta técnica cuando se presentan vientos secos y fuertes, el peligro de que los cultivos desarrollen enfermedades por el exceso de humedad, el encharcamiento que puede impedir el laboreo y causar problemas a las raíces; el lavado de nutrientes de los cultivos, especialmente de nitrógeno, y que algunos frutales no soportan el peso del hielo.

Por todas las limitaciones del uso de aspersores es recomendable que se cuente con otras alternativas, como puede ser el uso de calor seco en estufas. Las estufas ayudan a reemplazar las pérdidas de energía y ya sea que aumenten la temperatura de los objetos de metal, como chimeneas, o que funcionen como fuegos abiertos. Este tipo de calefacción puede aportar suficiente calor al cultivo para que la temperatura no descienda a un nivel que ocasione daños.

Sin embargo, su uso también representa algunas desventajas y entre las principales encontramos: alto consumo de combustible, combustiones incompletas que generan grandes humeadas y por tanto, un índice alto de contaminación; riesgos de incendio y dependencia de un operador que encienda la estufa.

Tal como ocurre con la técnica de aspersores y con la de calefacción con estufa, todos los métodos activos y pasivos presentan sus propias limitaciones por lo que es altamente recomendable que se haga un estudio de las necesidades del cultivo y se diseñe un sistema a la medida que incorpore diferentes técnicas.

Sólo con un diseño adecuado y un correcto manejo del sistema se lograrán combatir los efectos de las heladas y disminuir el daño en el cultivo, que muchas veces puede ocasionar pérdidas severas en la producción.

En próximas entradas hablaremos de los diferentes tipos de heladas, de los factores que influyen en una helada y daremos algunas recomendaciones de métodos combinados que pueden ser altamente efectivos para contrarrestar los efectos de los descensos de temperatura.

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